Corriendo a ningún lado

Allí esta ella de nuevo. Hoy lleva el pantalón azul. Ha llegado antes…
Cuando ella llega antes que yo me cuesta más comenzar cualquier cosa. Nunca me he atrevido a correr a su lado pero recuerdo la primera vez que la vi. Odiaba venir a este absurdo lugar donde todo el mundo suda y nadie sonríe sin embargo hay que ser un tipo fuerte, ¡estereotipo del siglo 20!. Estaba muriendo sobre esa bicicleta que no me llevaba a ningún sitio cuando llegó con su chándal holgado y su música al cuello. Era una chica más. La miraba como miro a todas las que pasan por aquí. Su camiseta no era ajustada como la de las otras tías buenas. Tenía una mancha oscura en un lado .Corría sobre la cinta a un nivel medio. Comencé a centrarme en sus pies y olvidé que estaba pedaleando. Una zancada tras otra y su peso sobre la máquina a cada salto. Un ritmo perfectamente acompasado. Al principio muy recta, cambiante según la música que escuchaba. Cuando sonaba una canción más animada sonreía y sus carnosos labios se movían tratando de imitar palabras. De vez en cuando la cabeza ladeaba. Tenía una larga melena atada en lo alto que bailaba con ella de lado a lado. La música era animada y su cuerpo comenzaba a bailar mientras corría. Había estudiado perfectamente el movimiento de su cuerpo. Conocía al milímetro todas las curvas que dejaban intuirse bajo su ropa. Cuando pisaba con su pie derecho el hombro del mismo lado caía levemente dejando una curva perfecta a lo largo de su tronco, su cintura, su cadera. Yo ya había olvidado que estaba cansado. Sentía que podría pedalear eternamente mientras ella siguiera corriendo a mi lado.
El cansancio provocaba el sudor y el sudor proclamaba mi deseo. Podía ver el calor de su cuerpo desprendiéndose. Lágrimas saladas llorando por todo su cuerpo. Mi imaginación creaba fantasías y podía llegar a sentir cómo mi lengua acariciaba y bebía su mojada piel. Ella seguía corriendo ajena a mi pervertida mente. Y yo la violaba en sueños. Pedaleaba con más fuerza, se agitaba mi respiración. La deseaba allí mismo, sobre esa cinta de correr. Deseaba correr yo también dentro de ella. Mi excitación agarraba fuertemente el manillar de mi máquina pareciendo que la iba a destrozar. El deseo seguramente se adivinaba en mis ojos pero allí nadie prestaba atención a los ojos de los demás… …
Ya se baja de la cinta. Hoy tiene camiseta blanca. Adoro cuando trae la camiseta blanca. Creo que piensa que pasa inadvertida, que vive en un mundo paralelo. Pero el mío esta muy cerca del suyo. El que pasa inadvertido para ella soy yo. Nunca consigo cruzar una mirada. Ella no existe en realidad. Ella esta en mi mente. Ella es mi fantasía… … corriendo. Siempre corriendo. Acompasando el ritmo, arriba y abajo… excitando cada poro de mi piel… Ella.